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La camisa, tu mejor aliada
Imagina que has ganado un viaje de ensueño (tú eliges si a una gran ciudad, una isla tropical, la campiña de la Provenza o una montaña nevada), pero tienes que salir en menos de dos horas. ¿Qué prenda no faltaría en tu maleta?
Yo lo tengo claro: una camisa, sea cual sea el destino.
Mucha gente quizás elegiría unos vaqueros, pero piénsalo bien: no vas a ir a cenar al Monkey Bar de Berlín en vaqueros y en Bali te morirías de calor. En cambio, una camisa la puedes usar siempre y en cualquier parte, desde un recorrido en bicicleta por la ciudad hasta una caminata en la montaña,
encima de una prenda térmica y, por supuesto, un paseo por la playa al atardecer, simplemente sobre el bañador.
Mis favoritas son las camisas blancas, impecables, versátiles y atemporales, pero desde hace un tiempo también estoy obsesionada por las variantes azules.
Por otro lado, es una base perfecta sobre la que destacar elegantes motivos dorados o alegres estampados de bandana. Pensándolo bien, también me gusta el rosa, tal vez con un bonito patrón de rayas con bordados tono sobre tono, y el amarillo mostaza, que por sí solo ya es toda una lección de estilo. Pero seamos sinceras:
una camisa blanca impecable, ligeramente desabrochada y combinada con una falda, unos tacones altos y un bonito bolso de mano, es una apuesta segura. Así la llevó Sharon Stone en la ceremonia de los Óscar de 1998, una noche donde la camisa blanca ocupó por fin el lugar privilegiado que se merece.
Cristina Manfredi
