Corría el año 1850 y la idea de la moda femenina comenzaba a tomar forma dentro de nuestra sociedad cuando Marina Rinaldi abrió su atelier en el corazón de Reggio Emilia. Gracias a su habilidad en la sastrería y a su gusto innato por la elegancia, comenzó a crear prendas únicas, caracterizadas por una minuciosa atención al detalle que las hacía inmediatamente inconfundibles.
En 1925, su nieta Giulia Fontanesi Maramotti retoma el legado sartorial y expande la actividad familiar: se dedica personalmente a la formación de costureras decididas, hábiles y refinadas, dispuestas a sacar adelante un arte que era mucho más que una profesión.