Un desfile de moda es mucho más que una secuencia de bellas mujeres luciendo vestidos. Es como si cada temporada alguien te invitara a su casa para contarte una nueva historia, pensando hasta en los más mínimos detalles para intrigarte, provocarte, hacerte soñar y, por qué no, mostrarte que quieres presentarte de una manera distinta. Un asiento en primera fila es como un primer beso, nunca lo olvidas. Me encantaría llevar conmigo a toda la gente cuyos ojos se iluminan por el simple hecho de imaginar esa escena. Lo cierto es que, si cada uno de los que trabajamos en un desfile fuéramos acompañados de amigos, probablemente necesitaríamos un estadio de fútbol para caber todos. Sin embargo, puedo describirte un poco mejor cómo funciona y qué sucede.
Todo empieza mucho antes de la hora señalada, cuando abres el armario y eliges el look del día. Si ya me lleva tiempo preparar mi outfit cada mañana, imagínate cuando voy a un desfile de moda. Eso sí, no me gusta cambiar demasiado mi imagen solo para llamar la atención. Por ejemplo, si mañana tuviera que ir a un desfile, creo que optaría por un vestido de cady negro tipo chaleco, sin mangas, con escote en pico y una bonita abertura en la parte delantera, de esos que estilizan la figura sin apretar. Luego, para equilibrar la sobriedad, lo adornaría con unos pendientes grandes, un montón de pulseras en las muñecas y unas sandalias con efecto metalizado reflectante.