En internet puedes encontrar mil tutoriales sobre cómo doblar, empaquetar y ordenar la ropa para que ocupe poco espacio sin estropearla. Por mi parte, te invito a reflexionar al respecto casi como si fuera una doctrina filosófica. La regla de oro es: tómate tu tiempo, incluso aunque sean las once de la noche y tu viaje comience al amanecer del día siguiente. Abre el armario y hazte algunas preguntas. ¿Adónde vas? ¿Qué tipo de alojamiento has elegido? ¿Tienes prevista alguna velada social?
Prefiero las vacaciones tranquilas e improvisadas, así que en mi equipaje nunca faltan una camisa ancha y fresca de sirsaca para ir a la playa, un caftán de popelina de algodón a rayas con un bonito bordado rojo en el canesú para un aperitivo junto al mar y un conjunto de noche por si me invitan a alguna fiesta.
Con un vestido de georgette verde pastel, de manga larga y con una abertura a lo largo de todo el brazo para revelar tu piel bronceada, seguro que no pasas desapercibida. Para una cita nocturna elegante, combínalo con unos maxipendientes. También te recomiendo optar por bañadores de una pieza de diseño elegante, como un modelo negro de un solo hombro con ribetes blancos en contraste. Para dar un paseo después de la playa, simplemente combínalo con unos pantalones de sarga con bordado de croché en el bajo y unos zuecos de paja de tacón bajo.
No te apresures a la hora de hacer la maleta. Para mí, estar de vacaciones también es no tener que preocuparme de qué ponerme, porque lo he pensado detenidamente y viajo con mis mejores prendas para el verano. Si eres de aquellas que llevan un poco de todo “por si acaso”, la próxima vez prueba a seguir mi método. Seguro que terminarás agradeciéndomelo.