Una mañana infinita. Una serie de citas en las que siempre hay que estar concentrada, atenta y dispuesta a hablar, escuchar y explicar. Llega la hora del almuerzo y solo te apetece sentarte tranquila a disfrutar de un momento de silencio. No muy lejos hay un restaurante pequeño; la dueña es una mujer menuda y amable que sirve hasta las tostadas como si se tratara de un restaurante gourmet. Una chica entra antes que yo, debe de ser una clienta habitual por la forma en que se saludan. Se sienta en la mesa frente a la mía y, mientras espero, observo su look: un jersey de cuello alto de cachemira, un collar con colgantes geométricos, vaqueros con bajo deshilachado y mocasines de piel brillante, así como una gruesa bufanda hecha a mano que ella misma ha debido adornar con pequeños broches dorados.