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Propósitos extravagantes para el verano

Ya ha llegado julio, donde yo vivo hace un calor abrasador, mi bandeja de entrada está repleta de mensajes etiquetados como URGENTE y no tengo la menor idea de qué voy a hacer este verano. Podría dejarme llevar por la ansiedad de “todos se van a divertir muchísimo excepto yo”, sentir lástima de mí misma o, peor aún, apresurarme a organizar un viaje serio de último minuto, pero ¿sabes lo que te digo?: ¡a quién le importa! La incertidumbre a menudo conduce a vacaciones memorables, así que me centraré en mis propósitos de verano.

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Hubo un tiempo en que, mientras colocaba mis bikinis en la maleta, me prometía un montón de cosas que nunca podía cumplir, como comer solo fruta en la playa, leer al menos tres libros a la semana, hacer yoga al atardecer y usar una mascarilla relajante antes de ir a la cama. Ni que decir tiene que, cuando mis malditos amigos sacan una focaccia, no tardo ni dos segundos en decir: “Venga, voy a probar solo un trocito” y por suerte ya me conocen lo suficientemente bien como para traerme una de la panadería. El yoga también acaba fatal, reemplazado por una sesión de charlas y risas, y la mascarilla nunca llega: olvido meterla en el neceser y me da pereza salir a comprar una nueva.

 

Por eso he decidido que el 2025 será el año de los propósitos locos. Sígueme, mi plan tiene lógica. Si durante toda mi vida he dejado de lado las buenas y nobles intenciones, veamos qué pasa si ahora me lanzo con propósitos disparatados. Quizá esta cabecita mía, tan de llevar siempre la contraria, acabe por empujarme a hacer justo todo lo que jamás habría imaginado.

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Ahora bien, si crees que es fácil hacer una lista de cosas extrañas, te invito a que lo intentes. Llevo días pensándolo y, por ahora, me he quedado con estas cinco:

 

- Aprender a utilizar una hoz para cortar el césped en el jardín.

 

- Probar el sabor Pitufo, que siempre veo con desaprobación en las heladerías.

 

- Comprar al menos tres regalos de Navidad antes del 31 de agosto.

 

- Convencer a un bartender para que me deje preparar cócteles con él durante una noche para los clientes del bar (sin envenenarlos, lo juro).

 

- Inventar un cuento cada noche para antes de dormir.

 

 

En lo que respecta a la degustación del “Pitufo”, me siento bastante segura de que lo voy a conseguir. Al fin y al cabo, es una pequeña inversión que quizá termine por gustarme. Incluso convertirme en una experta en coctelería por una noche no lo veo tan inviable: si en el aeropuerto de Nueva York conseguí que un tipo malhumorado del control de metales me dejara pasar con una pieza de recambio de motocicleta para un amigo, ¿cómo no voy a poder preparar una buena copa?

 

El nivel de desafío aumenta en el caso de los cuentos para dormir: siempre he tenido mucha imaginación, el problema es mantenerme despierta, porque en cuanto me acuesto mis ojos se cierran como los de una muñeca.

Respecto a la hoz me siento motivada, de hecho, mientras escribo esto, he empezado a ver algunos tutoriales en YouTube, animada por el episodio “Usar la hoz no cansa”. Ya me veo en el campo burlándome del maldito tractor, que se estropea día tras día. El mayor obstáculo son los regalos de Navidad a finales de agosto. Normalmente empiezo a pensar en ello alrededor del 20 de diciembre y luego deambulo por las tiendas del centro como una zombi.

 

Por supuesto, si empiezo a visitar el sitio web de Marina Rinaldi justo después de mediados de agosto, creo que podré conseguir regalos para mis amigas. Y en ese momento solo me quedará un único esfuerzo: ¡recordar dónde los escondí hasta Nochebuena!

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Cristina Manfredi: ¿Quién está detrás del nuevo Fashion Journal de Marina Rinaldi?

Nacida en Biella y milanesa por elección, es una periodista de moda, estilo de vida y sociedad apasionada por el buen humor. Trabajó como periodista para Milano Finanza Fashion y luego pasó a Vanity Fair, hasta que renunció para dedicar más tiempo a proyectos personales, la escritura, el tango, el running y sus amados gatos. Hoy es colaboradora de Vanity Fair, L’Officiel, Marie Claire y Style Magazine - Corriere della Sera.