¿Tienes un gran amor, de esos que primero te hacen sufrir y luego, cuando casi lo has dejado atrás, ¡BAM!, te lo encuentras de frente con un ramo de flores en la mano?
Yo sí, se llama JD, nos conocemos desde siempre y estoy enamorada de él desde que era pequeña. Es más grande que yo y tiene ese encanto que, con el tiempo, lo hace cada día más irresistible. No es ningún dandy, creció en un entorno humilde, no estudió en colegios de élite y, sin embargo, todo el mundo muere por él, porque si algo le sobra es carisma.
Ser la menor de tres hijos tiene sus ventajas, como acceder a la discografía completa de los Beatles a los cinco años y soñar despierta con los grandes mitos de mis hermanos mayores. En concreto, observaba los vaqueros acampanados que usaba mi hermano adolescente cuando era apenas una niña y me decía a mí misma: un día serán míos.